Observo para luego escribir, sin nombres, solo historias contadas por si acaso.

jueves, 6 de agosto de 2015


Analizando el poder del duelo
VMárquezdeHerrera 2014

Cuando el duelo atormenta tu alma, las sensaciones que vives, son tantas, a veces indescriptibles, inimaginables, pretendemos ubicar el dolor, pero es una acción tan difícil, solamente sabemos que se aloja dentro nuestro, sin poder paliar con ello, sin poder tocarlo, sin poder acariciarlo para mitigar su intensidad, misma que nos va robando la vida, poco a poco, a veces sin darnos cuenta.

El duelo es un sentir que surge por varios motivos, la muerte de un ser querido, la ruptura de una pareja, la pérdida de un trabajo, la pérdida de una amistad, son muchas las que podemos enumerar en el listado de las pérdidas materiales, que de una u otra manera, pueden llegar a tener solución, por lo que el duelo, no es tan catastrófico, a menos que te aferres demasiado a lo material.

Sin embargo, las pérdidas humanas, pueden agruparse en, pérdida por la muerte, o pérdida por una ruptura de la relación.

Podemos llegar a preguntarnos, ¿Cuál es más intensa? Y la respuesta puede darse dependiendo de la actitud que se tome ante las mismas, y muchas veces por el tipo de lazos que nos han unido, por la fuerza que puede tener nuestra unión con el ser que perdemos, o que se nos va de nuestro lado.

Cuando perdemos a un ser querido, también aquí podríamos agrupar en dos tipos de pérdidas, esos lazos que son de sangre, o los lazos que se hacen en el transcurso de la vida, sea por un enlace matrimonial, o por amistad.

El duelo pesa tanto, que nos roba muchas veces hasta el mismo deseo de seguir viviendo, vemos los días totalmente grises, no tenemos la fuerza para dar el próximo paso, ese dolor que se anida dentro, crece silenciosamente, con un poder indescriptible de transformación, el ser más risueño, pierde la sonrisa, el ser más emprendedor, pierde las armas para continuar edificando, la verdad, que somete hasta al más fuerte, el duelo son como fauces gigantescas que se abren ante ti, con dientes afilados que rompen tu piel, que penetran llegando hasta el alma misma, haciéndola sangrar, rompiendo los canales de contacto con la vida. Es como una succionadora que te aspira todo lo que hay dentro de ti, dejando un cascarón, paraliza los sentires, amordaza las palabras, anestesiando sueños, ideales, metas, en fin, puede llegar a convertirte en una sombra humana.

Ahora bien, muchas personas se dejan someter a estas sensaciones, porque su poder es tan inmenso, que no todos pueden reaccionar para salir de ese pantano, sin embargo, la lucha debe ser la meta que nunca debe perderse, sobretodo, cuando muchos seres que nos aman, giran a nuestro alrededor, y nuestro sufrimiento es la cadena que nosotros debemos romper, para no contagiar a los que amamos.

Tenemos derecho a vivir nuestro duelo, llorar, gritar, patalear, escribir, las maneras que se tengan para buscar el desahogo, siempre y cuando, no provoquen otro daño, que puede ir sumándose y no dejarte salir, no dejarte abrir las alas para retornar al vuelo de vida.

Cuando se pierde a un ser humano, por la ruptura de una relación, debemos siempre recordar que dentro de toda relación, hay dos, que ambos son seres diferentes, con ideas y ambiciones distintas, por muy acoplados que puedan llegar a sentirse, son individuos, digamos en una relación marital.
Por más intenso que haya sido el sentimiento que en un principio hacer unir a las parejas, tarde o temprano, un porcentaje termina en la separación. Por diferentes motivos, sin embargo, la vida continúa, y el amor no puede forzarse, no puede exigirse, tampoco debe implorarse, sobretodo, cuando hace daño, cuando minimiza la autoestima del otro, cuando provoca humillaciones, cuando se envalentona con el poderío por diversas razones, sean estás materiales o sentimentales.

Saber romper a tiempo, antes de que te veas sometido en el fondo del abismo emocional, buscar en el pasado la fuerza de lo que eras antes de, buscar dentro de ti los tantos valores que tienes, mirar como los días a pesar de que terminan siempre en oscuridad, resurgen con un sol radiante, con nueva oportunidad, así como la oscuridad de la noche dura poco, nos entregamos al sueño, confiados en que mañana será otro día, y así despertamos, con nuevos bríos.

Pero no te reencuentres con el pesar, trata de mantener esa esperanza, alimentando tus pensamientos con positivismo, viendo el mundo a tu alrededor, mirar quien necesita de ti, porque no estás solo en este mundo, muchos dependen de tú risa, de tus pasos, y si no lo sabes, es momento de analizarlo y poner manos a la obra.

Ahora bien, cuando perdemos un ser querido, porque el proceso natural de vida y muerte nos lo arrebata, el duelo suele ser intenso, sobretodo, cuando hay lazos sanguíneos que lo hacen parecer irrompible.
Somos seres de la muerte y es la única acción donde el ser humano ha perdido la batalla, no somos inmortales, tenemos un tiempo de caducidad, muchas veces acelerado por el tipo de vida que se lleva, por las decisiones que se toman, o simplemente, porque llega el momento.

El duelo tiene muchas facetas, tiene diferentes intensidades, distintas reacciones, dependiendo de cada uno, de cómo lo enfrentamos, logramos salir adelante.

Podemos lograrlo, solamente es creer en nosotros, en lo que somos, en lo que queremos aún dejar en esta vida, en como sobrellevamos la batalla de la pérdida, los demás no pueden definir nuestra valía por sus complejos o carencias humanas, hablando de aquellos que rompen con relaciones, la imperfección humana, jamás dejara de existir, pero si, puede dejar de existir el dolor que sentimos, cuando creemos que hemos sido minimizados, eso no es así, cada ser vale y tiene el poder de darle vuelta a la siguiente página y comenzar a escribir una historia distinta.

Si es por la pérdida por la muerte, pensar que quedamos aquí, para seguir dando a conocer al mundo, ese ser que tanto extrañamos, y que se nos adelanto, que nos tomemos un tiempo para llorar para sentir el dolor, pero luego, debemos resurgir, alzando el vuelo con las alas bien extendidas y seguir en la vida, así como aquellos que nos dejaron quisieron siempre vernos.

Luego seguiremos conversando sobre este tema tan extenso, el duelo. Pero para cerrar este capítulo, unos consejos que quizás puedan servir.
No busques el alcohol para paliar tu dolor, cuando las sensaciones que este provoca se vayan de tu organismo, caerás de nuevo con más intensidad en ese mundo de tristeza. Vive cada día, como si fuera el único. Paso a paso. No mires el camino completo, solamente el espacio donde pondrás tu siguiente paso.

No te aferres a las drogas que hacen cambiar tu estado de ánimo, son químicos que nada más pintan o maquillan tu mundo, además, pueden crearte adicción.

Llora todo lo que desees, pero ponle un límite a tu llanto, y aún llorando, dibuja una sonrisa, el cerebro es tan poderoso, que se verá confundido ante estas dos manifestaciones al mismo tiempo, pero la sonrisa tiene más poder que el llanto y cuando menos lo sientas, terminas de llorar y sigues sonriendo.

No te sientas culpable ni busques atajos para comprender porque pasaron las cosas, como dicen a lo hecho pecho, y sigue adelante, enmendando tus errores y procurando no cometerlos más.

Aprende a decir adiós, sin sentirte culpable, todo tiene un principio, todo tiene un final, lo importante es como cerrar cada capítulo, con la aceptación.

No le expliques al mundo nada, tu conciencia es la única que pesa, porque esa la llevas contigo, analiza tus errores, acepta lo que tienes que aceptar, no busques justificarte ante nadie, recuerda, la percepción de los demás siempre difiere con la propia.

La única persona responsable de tu felicidad ERES TU, nadie más.
La opinión de los demás, puede ayudar, pero el mejor consejero es tu conciencia, tu verdad.

Sigue adelante sin caerte, y si caes, y si las rodillas se te doblan, que sea nada más ante Dios buscando su aliento, pero levántate con más fuerza y las piedras que encuentres en el camino, que te sirvan para seguir construyendo tu castillo, achátelas al hombro y edifica un muro tan poderoso que se llama autoestima y sigue adelante sin parar.


VMdeH

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